jueves, 8 de septiembre de 2011

No se puede o no se quiere

                          Me cansa... hablarle a la nada. O más bien, que me hagan hablar cuando se perfectamente que es por mera cortesía. Ya saben, el típico "pero, ¿Qué pasa?" con una insistencia digna de ser premiada. Ahora, uno abre la boca y comienza a decir las mil y un tribulaciones que tiene en la cabeza y mira a la otra persona buscando tierra firme... que gran decepción es hundirse en arenas movedizas. Te sonríen y te cambian de tema, mientras la vena de tu cuello toma un tamaño considerable y tu lengua espera ansiosa para salir de tu boca.
Debo decir que me cansé de esa gente, por eso me limito a decir "Nada". Mis estados van desde "Nada" a "ahí ando", no es necesario expresar más.
¿Cómo explicarle a alguien lo que te pasa por la cabeza? Debo admitir que no con todo el mundo puedo hablar de la misma manera, no a cualquiera puedo decirle "¿Viste cuando sentís que tu mente es un laberinto y que en cada pasillo te espera un verdugo? Y cuanto más tratas de buscar la salida, más espejos te encontras y te das cuenta de que por más que los rompas, la salida la vas a encontrar el último día de tu vida." La mitad puede que me entienda, la otra mitad me pregunta si vi el pronóstico y algún colgado de alrededor que simplemente escuchó la conversación, se pregunta que clase de estupefacientes consumo.
Esa sonrisa, esa que tengo en la foto... es la sonrisa que quiero recuperar, la sonrisa que por estos días dejó de aparecer en mi cara. Por no poder expresarme (o no querer hacerlo)
Y no se si no sonrío porque no puedo, o porque no quiero.

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